Está previsto que el 25 de noviembre despegue rumbo a Marte y desde la base espacial de Florida, EE.UU., el Curiosity, un vehículo todoterreno que es ya todo un laboratorio en sí mismo. La misión de esta nave, considerada la más compleja que jamás haya visitado el planeta rojo, será intentar determinar si alguna vez hubo vida entre sus rocas.
Es una misión del todo ambiciosa para este vehículo equipado con importantes novedades técnicas: estará alimentado por un pequeño generador de radioisótopos, en lugar de los paneles solares de sus predecesores en las arenas rojas marcianas, el Pathfinder (1997) y los gemelos Spirity Opportunity, que llegaron a su destino en 2004.
El Curiosity, con un coste de 1.800 millones de euros, pesa 900 kilos, incluidos 80 de equipos científicos, frente a los 174 kilos y apenas siete de experimentos de los Spirit y Opportunity. El nuevo robot rodante, con un sistema de navegación autónomo, podrá recorrer hasta 200 metros diarios y sortear obstáculos de 65 centímetros de altura.
Como primer objetivo, se espera que el Curiosity sea capaz de traer muestras de material marciano a la Tierra. Se confía en que esta sea una misión precursora de una posible exploración intensiva del planeta y, en el futuro, un desembarco de astronautas, aunque el calendario para culminar este ambicioso proyecto se va dilatando.
Si todo va como está previsto, el Curiosity llegará al cráter Gale, cerca del ecuador del planeta, el próximo mes de agosto. Se ha elegido este cráter pues se encuentra en una posición muy baja del terreno, en lo que parecen restos de un aluvión, probablemente formado por sedimentos arrastrados por agua, según los expertos. Esto favorecería la posibilidad de encontrar compuestos orgánicos, pero de momento todo esto son hipótesis algo utópicas, según explica John Grotzinger (Caltech), responsable científico de la misión.
En las misiones en Marte, una fase crítica es la llegada y el Curiosity lo hará con una estrategia novedosa y muy compleja. Entrará en la atmósfera protegido en la cápsula de viaje y reducirá su velocidad de descenso primero con un paracaídas y luego con unos retrocohetes que lleva la estructura de descenso. En los últimos metros, esa estructura actuará como una grúa celeste de la que colgará con un cable el Curiosity hasta posarse en el cráter Gale. El laboratorio rodante estará enseguida listo para emprender la nueva aventura en Marte.
El Curiosity lleva 10 experimentos, cámaras generales y de aproximación, pinzas articuladas y un pincel para limpiar las rocas antes de analizarlas e incluso una perforadora. Además, va dotado de dispositivos en los que el brazo articulado depositará las muestras para hacer análisis in situ. Uno de los instrumentos, aportado por Rusia, permitirá medir el hidrógeno (en forma de hielo o de minerales hidratados) hasta un metro de profundidad.
España también ha aportado su granito de arena al vehículo todoterreno. Se trata de la estación meteorológica REMS diseñada, bajo la dirección de Javier Gómez Elvira, en el Centro de Astrobiología y construida en España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario