La crisis no es económica. Es moral.
Es el reflejo de la ética corrompida. Y ha puesto de manifiesto lo que la raza humana debe corregir: la avaricia. Que para esta ocasión también ha roto el saco. La debacle estaba anunciada. Desde hacía, por lo menos, 30 años.
Es el reflejo de la ética corrompida. Y ha puesto de manifiesto lo que la raza humana debe corregir: la avaricia. Que para esta ocasión también ha roto el saco. La debacle estaba anunciada. Desde hacía, por lo menos, 30 años.
Sin embargo, los economistas que la temían no fueron escuchados. Ni por los políticos ni por los medios. La burbuja se fue hinchando, alcanzando niveles de insostenible tamaño hasta que explotó y arremetió contra el mundo entero. Las consecuencias inmediatas en menos de un año llevaron a más de 50 millones de seres humanos a vivir por debajo de la línea de la pobreza, 30 millones a perder sus trabajos y otros tantos a despedirse de sus ahorros de toda la vida y sus casas. Un agujero profundo que acabó de romper el contrato social y provocó daños en una sociedad que tardará años en recuperar la total normalidad.
La crisis de 2007 – 2011 es una de esas típicas tempestades que sólo se ven un par de veces en la vida y que sirven para purgar los excesos de lo que ha crecido sin medida.
Solo que no se entendió bien el mensaje y a la cultura financiera, de por sí insaciable, le pasó lo impensable: se empachó. Socialización de las pérdidas, privatización de los beneficios. Regla número uno de la economía del sistema
Dinero llamó dinero, hasta convertirse en un fin en sí mismo. Y los maleantes que dieron alas a este enfermizo sistema siguieron escuchando el latido de su corazón que ya sólo se mantendrá vivo para enriquecer sin límite su portador.
Algunos consideran esta crisis como el hundimiento del sistema que hemos creado. Sin embargo, nosotros lo vemos como el punto óptimo para renacer. Para reinventarnos. Y para trazar un camino de éxito que nos lleve al triunfo de la humanidad.
Estamos ante un momento histórico de trascendencia. Un punto de inflexión en el devenir humano excitante. Hoy por hoy, las cosas andan mal pero están en el mejor momento para ser cambiadas. Y lo mejor, es que nosotros vamos a ser sus protagonistas.
Jorge Dobner
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